Albert Einstein dijo una vez que no podemos resolver un problema con el
mismo pensamiento que creó el problema.
El poder de la indenominada oración basada en el sentimiento, representa
una oportunidad para dirigir los grandes retos de nuestro tiempo conforme a un
nuevo paradigma de entendimiento consciente y sentimientos que reflejen aquello
que deseemos experimentar.
En lugar de imponer nuestras creencias respecto a una situación
específica, nuestro perdido modo de orar nos recuerda que nada necesita ser
“creado”, ya que cualquier resultado que podamos imaginar para dicha situación
ya está presente.
Podremos servir mejor sintiendo primero el resultado de cada condición
que elijamos experimentar en nuestro mundo, tal como la paz y la cooperación
entre gobiernos y naciones, o la prosperidad que sólo puede venir con la
igualdad de trato para toda la gente y para todas las razas y el honrar a toda
forma de vida.
Es la apreciación y gratitud que sentimos en presencia de tales
condiciones lo que crea los efectos cuánticos permitiendo que la creación
empate con nuestros sentimientos.
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