El descubrimiento del Gran Código Isaiah en las cuevas del Mar Muerto en
1.946 ha revelado claves sobre nuestro papel en la creación que estuvieron
perdidas en las ediciones del siglo 4 a.C.
Entre estas claves se encuentran las instrucciones de un modelo
“perdido” de orar que la ciencia cuántica moderna sugiere que tiene el poder de
sanar nuestros cuerpos, traer paz duradera a nuestro mundo y, quizá, prevenir
las grandes tragedias que podría enfrentar la humanidad.
Cada vez que empleamos esta tecnología interna para orar, experimentamos
“El Efecto Isaiah”.
En las palabras de su tiempo, las tradiciones antiguas, como las de los
Escenios, nos recuerdan que cada oración ya ha sido contestada.
Cualquier resultado que podamos imaginar, y cada posibilidad que seamos
capaces de concebir, es un aspecto de la creación que ya ha sido creado y
existe en el presente como un estado “dormido” de posibilidad.
Son estas mismas probabilidades de resultados las que proveen las bases
del nuevo modelo de Cadena y de la Teoría-N, y muy posiblemente, son
responsables de las varias dimensiones de lo que ahora creemos nuestra
creación.
Desde esta perspectiva, nuestro uso y aplicación de la oración basada en
los sentimientos deja de ser menos acerca de “crear” este o el otro resultado y
se convierte más en “acceder” al resultado
deseado que ya está creado.
Mientras las antiguas y las modernas tradiciones parecen estar de
acuerdo en la existencia de muchas posibilidades, los cuestionamientos han sido
siempre sobre cómo despertamos un resultado específico y lo hacemos real en
nuestras vidas actuales?
Cómo podemos llamar a la posibilidad de paz en nuestro mundo, por ejemplo,
o salud en nuestros cuerpos, posibilidades que ya existen, cuando los eventos
de nuestro mundo parecen mostrarnos condiciones de violencia y desastre?
La respuesta a esta pregunta, y la clave del Efecto Isaiah, está fundada
en develar el misterio de la oración basada en el sentimiento.
Los antiguos Escenios nos recuerdan que hay una poderosa relación entre
lo que pasa en nuestro mundo interior de sentimientos y las condiciones del
mundo que nos rodea.
Quizá increíblemente sencilla, esta relación establece que la condición
de nuestra salud, nuestras sociedades, e incluso los patrones del clima, son
espejos de la manera en que lidiamos con la vida interiormente.
Experimentos recientes en la ciencia de las energías sutiles y la física
cuántica ahora arrojan credibilidad precisamente a esas tradiciones.
A través de un lenguaje que apenas estamos comenzando a entender, Isaiah
nos muestra cómo acceder a las posibilidades ya creadas de salud, paz y
cooperación y traerlas a la realidad de nuestras vidas.
Ya que nuestro mundo exterior de acción refleja nuestro mundo interior
de sentimientos, sugiere Isaiah, lo hacemos sintiendo como si nuestras
plegarias ya hubiesen sido respondidas.
Es precisamente el poder de este sentimiento el que trae a la vida a
nuestras oraciones. Nuevas investigaciones sugieren que cuando sentimos
gratitud respecto al cumplimiento de nuestras oraciones, nuestros sentimiento
producen las mismas condiciones, los campos de efecto, que atraen nuevas
posibilidades en las condiciones de nuestras vidas.
Comprender que los resultados empatan con los sentimientos puede
ayudarnos a entender lo que ocurre cuando parece que nuestras oraciones no son
respondidas.
Cuando oramos por salud en nuestras relaciones, por ejemplo, mientras
experimentamos enojo, celos o furia en nuestras relaciones, por qué nos
sorprende ver esas mismas cualidades reflejadas como enfermedad en nuestros
cuerpos, nuestras familias, escuelas, lugares de trabajo y en las condiciones
sociales alrededor de nosotros?
La ciencia ha demostrado que cada sentimiento que experimentamos, crea
una química única en nuestros cuerpos (la química del amor y del odio se
discute en los libros The Isaiah Effect y Walking Between the Worlds).
Las buenas noticias son que los mismos principios resultan ciertos para
los sentimientos de afirmación de la vida.
Conforme respondemos a los retos de la vida a través de compasión,
entendimiento, amorosa tolerancia y paz, podemos esperar experimentar estas
condiciones en nuestros cuerpos, y ver el efecto extendido al mundo que nos
rodea.
Comparando los Modos de Orar a través del ejemplo de la Paz Global
(OL) = Oración basada en la lógica : solicitando intervención
(OS) = Oración basada en los sentimientos : sabiendo que nuestra oración
ya ha sido contestada
1. (OL) Nos enfocamos en nuestras condiciones presentes donde no creemos
que la paz exista.
1. (OS) Presenciamos todos los eventos, aquellos de paz y aquellos que
vemos como ausencia de paz, como posibilidades sin juicios de correcto e
incorrecto, malo o bueno.
2. (OL) Podemos sentirnos desamparados, impotentes o enojados ante los
eventos y condiciones que presenciamos.
2. (OS) Liberamos nuestro juicio sobre las situaciones Bendiciendo las
condiciones que nos han causado sufrimiento. La Bendición no condena ni
consciente el evento o condición. En cambio, reconoce que el evento es parte de
la única fuente de todo lo que es (Por favor vea el libro Walking Between the
Worlds: The Science of Compassion, para más detalles).
3. (OL) Empleamos nuestras plegarias de petición invitando a la divina
intervención de un poder superior para que traiga paz sobre los individuos,
condiciones y lugares donde creemos que la paz está ausente.
3. (OS) Experimentando los sentimientos de que nuestra oración ya ha
sido contestada, demostramos el antiguo principio cuántico que establece que
las cndiciones de paz en nuestros cuerpos se ven reflejadas fuera de nuestros
cuerpos.
4. (OL) A través de nuestra petición, inadvertidamente afirmamos las
mismas condiciones que menos deseamos.
Cuando decimos "por favor que haya paz", por ejemplo, estamos
declarando que la paz no está presente en la situación actual.
Haciendo eso, en verdad estamos dándole combustible a la condición que
escogimos cambiar.
4. (OS) Reconocemos el poder de nuestra oración y sabemos (sentimos) que
el foco de nuestra oración ya se ha convertido en pasado.
5. (OL) Continuamos solicitando la intervención hasta que vemos que el
cambio ha sucedido en nuestro mundo o desistimos y abandonamos el camino de la
oración.
5. (OS) Nuestra oración ahora consiste de: a) reconocimiento de que la
paz ya está presente en nuestro mundo viviendo conforme al conocimiento de que
tales cambios han ocurrido; b) reforzando nuestra oración dando gracias por la
oportunidad de escoger la paz en vez del sufrimiento.
Gran parte de los condicionamientos en las tradiciones occidentales
durante el ultimo siglo y medio nos ha invitado a “pedir” que circunstancias
específicas en nuestro mundo cambien a través de la intervención divina; que
nuestras plegarias sean respondidas.
En nuestras bien intencionadas peticiones, sin embargo, inadvertidamente
podríamos estar dándole poder a las mismas condiciones que estamos orando para
pedir que cambien.
Por ejemplo, cuando pedimos “Querido Dios, por favor, permite que haya
paz en el mundo”, en efecto estamos estableciendo que la paz no existe en el
presente.
Las tradiciones antiguas nos recuerdan que las plegarias en las que
pedimos son sólo una forma de orar, entre otras formas.
También existen otras que nos llevan a encontrar paz en nuestro mundo a
través de la cualidad de los pensamientos, sentimientos y emociones que creamos
en nuestro cuerpo.
Una vez que permitimos las cualidades de paz en nuestra mente y damos
combustible a nuestra oración a través de sentimientos de paz en nuestro
cuerpo, el quinto modelo de oración establece que el resultado ya ha ocurrido.
La ciencia cuántica ahora toma esta idea y la lleva un paso adelante,
estableciendo que son precisamente esas condiciones de sentimientos a las que
la creación responde, igualando el sentimiento con que hacemos la oración en
nuestro mundo interior, con condiciones similares en el mundo exterior.
Aunque el resultado de nuestra oración pueda aún no haber aparecido en
el mundo exterior, estamos siendo invitados a reconocer nuestra comunión con la
creación y a vivir como si nuestra oración ya hubiese sido escuchada.
A través de las palabras de otros tiempos, los antiguos nos invitan a
recobrar el modo antiguo de orar como un estado permanente de conciencia en el
que nos convertimos, en vez de una forma prescrita de acción que llevamos a
cabo ocasionalmente.
En palabras que son tan simples como elegantes, se nos recuerda que nos
“rodeemos” de la respuesta a nuestras plegarias y los “envolvamos” en las
condiciones que escojamos experimentar.
En el moderno idioma, esta descripción nos sugiere que para efectuar
cambios en nuestro mundo, primero necesitamos experimentar los sentimientos de
que el cambio ya ha ocurrido.
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